Ivy creció rodeada de la nieve que tanto ama. Por eso, cuando se queda huérfana y debe mudarse a California, solo puede pensar en lo que deja atrás: Canadá, su tierra natal, y su pasado. Ahora la única familia que le queda es John, su padrino. Sin embargo, no tarda en darse cuenta de que Mason, el hijo de John, ya no es el niño desdentado que veía en las fotos antiguas. Ha crecido y tiene los ojos afilados de una bestia salvaje. Cuando le sonríe sombríamente por primera vez, Ivy se da cuenta de que su convivencia será más difícil de lo que esperaba. De hecho, Mason no la quiere allí y no trata de ocultarlo. Mientras intenta adaptarse a su nueva vida junto al océano, Canadá y sus misterios no dejan de atormentar a Ivy. ¿Será capaz su corazón, helado como la nieve, de florecer de nuevo?
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