¿Hay algo mejor que una boda en junio en Nueva York? Para Hannah, esa es su definición de perfección, especialmente cuando la boda la ha organizado ella y sabe que todo está bajo su control. Solo hay un pequeño detalle que se le ha escapado: el guaperas que acaba de entrar en la iglesia justo antes del «sí, quiero» y ha gritado a pleno pulmón «¡me opongo!».
Hannah descubre que esa no es la única boda que el sinvergüenza ha destrozado y decide que va a impedir que destruya ninguna más cueste lo que cueste, aunque eso implique acercarse a él y arriesgarse a que el roce haga el cariño…